HISTORIA DE LA ERMITA DEL ROMERAL
Es
sin duda alguna, uno de sectores más desconocidos del entorno, a pesar que la
gente mayor recuerda haber ido de pequeños a aquel paraje cercano. Su
ubicación es de difícil visualización entre el pinar, levantada en el
camino a Bornos en 1765,
para reemplazar a otra anterior situada en las cercanías junto a una cueva,
donde la tradición dice que encontró la imagen del crucificado al que está
dedicada.
La primitiva ermita estaba al borde del arroyo, junto a la cueva donde fue hallado el Crucifijo, pero advertido el piadoso caballero D. Andrés Cabrera Mármol de que las aguas que bajaban por el arroyo destruían los cimientos de la pequeña ermita, apresuró hacer donación de un pedazo de tierra, en cuyo paraje se construyó, en 1765, el actual santuario, que está próximo al sitio de la aparición y distante kilómetro y medio de Arcos.
La capilla mayor es cuadrangular y se cubre
por cúpula semiesférica sobre pechinas al exterior las líneas son muy
sencillas. Originalmente contó con un retablo pintado de tipo rococó, de que
aún pueden observarse algunos restos que sobresalen sobre el actual, obra
neoclásica del siglo XIX realizado en madera policromada a imitación del
mármol, con un
cuerpo
dividido en tres calles por pilastras y columnas dóricas, rematándose la
central por frontón curvo.
Preside el retablo la imagen del Cristo del Romeral, talla
policromada del siglo XVIII que se aloja en una vitrina rococó de madera dorada
realizada en 1765 y cuya hechura se puede atribuir a Andrés Benítez y Perea. En
la zona trasera lleva una pintura que representa la escena de la aparición
milagrosa de la imagen.
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